Valerosa y desbordante de una alegría vital así es la tía Gertrudis. Sufre trastorno bipolar y el otro día se lanzó sentada por la barandilla de casa de los abuelos cantando un viejo cuplé sobre un túnel. Fue divertido verla tan alta, entrada en carnes y con una flor en su cabellera pelirroja como una cantante de cabaret.
Tiene un humor cambiante, pero a mí me gustan su fina ironía inglesa y los viajes con ella en su viejo coche verde.
Cuando se cuestiona su salud mental ella contesta “en nuestros días es más peligroso estar cuerda”
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